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jueves, 20 de diciembre de 2012

Poesía Escogida de Czeslaw Milosz


Por Jorge Monteza
A pesar de tener un nombre tan difícil de pronunciar para nosotros los hispanohablantes; Czeslaw Milosz es un poeta polaco que, debemos deducir, escribe originalmente con un lenguaje claro y cristalino como el agua. Pues ese es uno de los rasgos más sobresalientes  de la  traducción española de Isabel Sabogal en este texto Poesía reunida (Lima, Ediciones del Hipocampo, 2012). Miliosz es poco conocido en nuestro medio, a pesar de ser un Premio Nobel (1980), pero precisamente para nuestro medio su poesía puede ofrecer, además de la belleza natural y carga significativa que todo buen poema posee, sentidos que atañen directamente a nuestra realidad cultura. Y con “nuestro medio” me refiero al Perú, a nuestro Perú de ricas montañas, hermosas tierras y risueñas playas, como dice la canción, en cuyo amplio territorio nuestra diversidad cultural es riqueza solo en teoría y en los slogans de la Marca Perú para fines comerciales, en la práctica las segregaciones culturales y raciales, y absurdos chauvinismos son casi un hábito entre nosotros. Digo que la poesía de Milosz es pertinente para este aspecto de nuestra realidad porque él representó, en cuerpo y alma, (preciso es entender que el alma del poeta está en sus palabras) la lucha contra los totalitarismos y las segregaciones que le han costado el exilio y el rechazo de algunos incluso compatriotas.
Czeslaw Milosz nació en Lituania pero es considerado polaco por el idioma que optó. El pueblo donde nació, Seteniai, perteneció a la Rusia zarista, ahora a la República de Lituania donde, cómo no, “se entrecruzan varias vertientes culturales ligadas a determinada religión o idioma” (I. Sabogal). Lituania en el mapa a veces figura como parte de Europa oriental y otras como parte de Europa occidental, por hallarse en el límite entre ambas. El lugar donde nació el poeta es por demás “un territorio de fronteras movedizas”. Esta circunstancia es una de las marcas de la poesía de Milosz que ha sido felizmente captada por Isabel Saboga en este libro, tan así que el primer poema con el que empieza titula EN MI PATRIA. Que dice: En mi patria a la que jamás volveré / hay un lago inmenso en medio del bosque, / y nubes anchas, deshechas, hermosas / lo recuerdo al echar la mirada hacia atrás. / Y el murmullo de aguas quietas en un atardecer oscuro, / Y el fondo, de hierba espinosa cubierto, / el grito de las gaviotas negras, lo rojo de los atardeceres fríos, / el vehemente silbido de las cercetas en lo alto.  / Duerme en mi cielo ese lago de espinas, / me inclino y veo allí al fondo / el brillo de mi vida. Y aquello que me aterra, / está allí hasta que la muerte me configuré por los siglos.
La imagen del poema es poderosa: el cielo que se refleja en el lago permite concebir también la imagen de ese lago en el cielo, que a diferencia del lago de la tierra este se mueve, en tanto el poeta se mueva.  Y en el fondo de ese lago del cielo personal, movible se halla el brillo y lo que le aterra de su vida hasta la muerte. Este poema, como en general buena parte de la poesía de Milosz, es uno de los que mejor expresa la idea de que la patria no está en un territorio sino que está interiorizada en los sujetos que viven esa patria aunque estén pisando diversos suelos. Se expresa la idea de que la patria y la cultura se llevan la lengua que uno habla y la historia de esa lengua. De ahí que, por ejemplo, se pueda establecer un vínculo, a primera vista inimaginable, entre Milosz y Arguedas, pues el escritor peruano acaso no crea una imagen semejante al lago de Milosz, con aquel bello título Los ríos profundos, donde podía encontrar lo más esencial  de su ser cultural y su ser humano, aquel escritor que se sentía como un demonio feliz por ser un peruano que orgullosamente hablaba en cristiano y en indio. Que sostuvo que cualquier sujeto no engrilletado por el egoísmo y la estupidez puede vivir feliz todas las patrias. Milosz explora una vez más ese sentimiento a manera un art poética en el micropoema Hipótesis: Si es que, dijo, escribías en polaco / para castigarte por tus pecados, serás redimido. En ambos casos subyace la noción, más aún, de que la patria también se hace con palabras. Acaso no es también el sino de Isabel Sabogal que viviendo las dos culturas, la polaca y la peruana, está viviendo feliz sus patrias al mismo tiempo que las recrea.

El nido de la tempestad / Yuri Vásquez

Por Jorge Monteza
El nido de la tempestad (Arequipa, editorial Tribal 2012) es seguramente una de las novelas más ambiciosas e interesantes que se hayan escrito en Arequipa, tanto por la diversidad de recursos técnicos como por la dimensión histórica, política y sociológica que abarcan sus historias. Supe de esta novela hace dos años cuando estaba finalizándose los últimos capítulos, haciéndose las últimas correcciones. Fue, curiosamente, cuando asistí a la presentación del libro de otro narrador arequipeño (Juan Pablo Torres)en un pequeño bar de la avenida ejército. Llegué un poco temprano o la presentación empezó un poco tarde como más o menos es costumbre. El bar estaba casi lleno. Había sitios vacíos entre los grupos de asistentes en el que quizá conocía a alguien pero no a todos, así que acercarse resultaba un poco inoportuno, hacia otro lugar vi en una mesa un tipo solitario. Consideré que era mejor importunar a un solitario que a un grupo. Este era un señor de terno con toda la apariencia de oficinista. Después de sentarme le pregunto, como quien pregunta por el clima, ¿vino a la presentación del libro? (había personas que estaban ahí solo para tomarse un trago). Afablemente me responde que sí, y empezamos a conversar sobre anécdotas literarias.Pero yo estaba inquieto porque ese señor de apariencia de oficinista e inverosímilmente tan letrado, me parecía conocido. Como sospecharán, sí, se trataba del señor abogado y escritor Yuri Vásquez, nombre que yo había escuchado años atrás en las conversaciones literarias en la universidad, y daba la casualidad que recientemente había leído Cortometraje, su libro de cuentos, y recordaba que después de esta lectura había opinado en una conversación que Cortometraje era uno de los mejores libros sino el mejor libro de narrativa que  se había escrito en Arequipa; y claro, había visto su cara en la solapa de este libro. De sopetón corto aquello de lo hablábamos y le digo señor Yuri leí Cortometraje; le digo lo mucho que me gustó.Y con la serenidad de quien responde un saludo, me dice, ah, qué bueno. Le pregunto por su próxima publicación y me habla con cierta parsimonia de una gran novela que la empezó en los años ochenta, que ha retomado para terminarla y publicarla, se llama Subterráneos, me dice,pero duda porque también le gusta el título El nido de la tempestad. Así supe la historia, antes de leerla,de Mauro, “el cholo leído” y Marielena la dama letrada y bella. De la desgracia y ansiedad de Mauro, de estar casado con una mujer hermosa y a la que nunca podría tener, a la que no ha besado, ni siquiera acariciado; por esa soterrada y amarga historia que casi toda la novela se callan. La historia de Carola y “el criollo”, esta mulata mami de burdel y el delincuente cuya suerte en la vida parece radicar en el color blanco de su piel, su barba y “su porte de gente decente”; protagonizan una historia turbia pero no exenta de los escasos brillos del amor. También es sufrible y violenta la relación entreMarcial y Meche, de Olga y Antonio. Todas estas marcadas por diferencias raciales. Paralelamente, se desarrollan las historias de la actividad política de los estudiantes de la UNSA, su adhesión socialista, comunista; inteligentes debates entorno a los postulados de Mariátegui y Haya de la Torre. En los intersticios de  los discursos políticos hay, sin embargo, una búsqueda utópica, o infructuosa en todo caso, del origen de la violencia que dio lugar a la guerra política que vivimos en los ochentas. Las historias de las parejas y sobre todo de la aristocracia decadente arequipeña, en esa familia de “arequipeños de pura cepa”, “descendientes de las familias de los Caballeros de la Espuela dorada, fundadoras de la ciudad y con mucho orgullo, siempre fieles al rey” como gustaba rememorar doña Rosalía; estas historias son las que sugieren que en el origen de la violencia política se halla otra forma de violencia más bien solapada y cotidiana pero igualmente nefasta: el racismo. Las lecturas políticas y sociológicas de esta novela son múltiples pero coherentes.
Otro valor y gran aporte de esta novela es el manejo del lenguaje y la técnica en general que le dan dinamismo y fluidez a una novela de 459 páginas. Percibo en la narración de Yuri cierta influencia del cine, del cine clásico sobre todo. Los capítulos en su mayoría empiezan con una larga descripción,poseedores de una rica carga visual, como si se tratara de una cámara haciendo paneo. En otros capítulos, opta por el experimentalismo, con un discurso narrativo interrumpido constantemente por otra voz  que le habla en segunda persona, un discurso intermitente de frases, incluso de palabras entrecortadas, lo cual no es raro en la poesía vanguardista, pero sí lo es en la novela.
Atención especial creo que merece los monólogos de la india sirvienta que cuenta los relatos familiares que doña Rosalía solía contar para explicarse “cuándo se malogró todo”, “cuando vinieron los san martines y los bolívares al Perú” y después “cuando vinieron a Arequipa los punos y los cuscos”, sostendrá doña Rosalía como expresión de su decadencia. En este punto El nido de la tempestad es una novela que plantea también el problema de la identidad arequipeña, plantea la gran y noble pregunta:qué es ser arequipeño.
Todas estas historias han cobrado una gran fuerza e intensidad en mi lectura, en los últimos tres días, seguramente, cómo no, estimulado por el vago recuerdo,  de hace dos años,  cuando el Dr. Yuri me contaba estas historias en un pequeño bar, cuando yo me había sentado por fortuna y sin saberlo con uno de los mejores narradores de la literatura arequipeña.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Primera muerte de María: una poética del cuerpo de Jorge Eduardo Eielson


Por Jorge Monteza

Primera muerte de María (1988) es una novela hermosa, triste y extraordinaria. Casi inhallable     urge una reedición, como las cosas que reúnen esos tres adjetivos. Da cuenta de algunos aspectos de la realidad peruana a través de estampas como la procesión del Señor de los milagros, la vida costanera, protestas sociales; así como de aspectos de la realidad humana como el amor, la desgracia y la muerte. Contados con gran destreza narrativa y un tono poético lacerante. La estructura de esta novela es por demás notable, de collage o vanguardista se dirá. No obstante, más allá del experimentalismo técnico, este planteamiento busca articular una poética del cuerpo.
 “En mi libro es el cuerpo el que habla” es parte del epígrafe (cita de Joyce) que abre la novela, en la cual se alternan tres narradores. Uno de ellos plantea su narración como un strip tease de Lady Ciclotrón. Razón suficiente para pensar que hacia el final, hacia las últimas páginas nos aguarda lo mejor. Pero precisamente en esto se debe tener presente el propósito de la novela performance, del libro que habla a la manera de un cuerpo.
Uno de los narradores, irá “soltando” alternadamente escenas de la vida de María Magdalena Pacheco, la guapa morena que sobre el escenario es la exuberante Lady Ciclotrón, pero fuera de él es la sencilla y elemental muchacha que tiene afición por la comida criolla, devoción al señor de los milagros y mala suerte en el amor. Cuenta de la entrañable amistad entre José y Pedro, “la amistad es esa cosa fantástica que nos llena de alegría sin saber por qué. No nos da plata. No nos da placer al cuerpo. Pero, ¡carajo!, no se puede vivir sin ella”, dice este narrador y de cómo María entre los dos era como “un faro” que los acercaba y los separaba a un tiempo. En la historia de María y Roberto, que se conocen y se saben el uno para el otro a pesar de ser él un “blanquito” de zona residencial y ella una mulata de callejón, se exponen los patológicos prejuicios racista y clasistas de los que somos presa los peruanos.
Otro narrador, a la manera de la voz del autor enuncia en un diario, que va del 22 de agosto al 8 de octubre de 1980, veinte años después de haber escrito en Roma sobre la procesión del Señor de los milagros, Lady Ciclotrón, José, Pedro y declara que todo es como en el texto; pues se halla en esa procesión y sus personajes también. Habla de sus estos y su novela anterior El cuerpo de Gulia-no, expone el recorrido de su arte poética y cómo al vislumbrar una historia sobre pescadores en la costa peruana, eterno enamorado de ese lugar, se da cuenta que no era la representación del paisaje por la palabra lo que requería sino los colores, el espacio y las texturas, lo que asume como una desnudez del lugar. Su lenguaje debía convertirse en un cuerpo. “Un strip-tease verbal”. “Una composición de una surte de espectáculo escrito”.
Primera muerte de María es un libro lleno de simbolismo y poesía, las alusiones bíblicas y mitológicas son abundantes y no fortuitas. Así, el color morado, púrpura o violeta del Señor de los milagros que también son los colores de las prendas de Lady Ciclotrón, el color que poéticamente el narrador a tribuye a la peste, el color de la Flor del Señor de los milagros o llamado también Sangre de Saturno, flor de la que doña Paquita habla, el mismo color de la sangre que surge de las entrañas de María al morir.

domingo, 8 de abril de 2012

Comentario de Javier Ágreda sobre "Sombras en el agua"


Profesor universitario y promotor cultural, Jorge Monteza (Arequipa, 1977) se ha hecho de un cierto prestigio como narrador, entre 2008 y 2010, al figurar entre los finalistas de diversos concursos de cuentos. Monteza acaba de publicar su primer libro, Sombras en el agua (Cascahuesos, 2011), un conjunto de diez cuentos, entre ellos tres premiados, que nos permiten descubrir a un escritor talentoso y que maneja con bastante oficio las técnicas narrativas.
   Hay básicamente dos tipos de cuentos en este libro. En primer lugar, están los protagonizados por niños, en los que la fantasía y los mitos parecen mezclarse con la realidad para generar atmósferas irreales y cargadas de lirismo. Es el caso de “Illa”, la historia de un niño campesino que cree “que la sombra de uno bajo la luna es el fantasma de su muerte”, y que remite a algunos cuentos del realismo mágico, como “Macario” de Juan Rulfo. En la misma línea están “Muchacha de espejos rotos” y “El parque de Joel”, así como los textos de temática onírica.
   El otro grupo de cuentos de este libro está protagonizado por adultos y tienen la estructura de los relatos policiales, respetando las rígidas reglas del género, como la del final sorpresivo. Destacan aquí “Cartas a Aymel”, “Nos iremos” y “El sol”, que guardan más afinidad con los cuentos antes mencionados, por lo cuidado de la prosa o el recurso a lo ambiguo y lo fantástico. Con ellos Monteza demuestra que es un escritor que, a pesar de ciertos relatos fallidos, tiene ya una personalidad literaria claramente definida.

Tomado de La República, 02-04-2012

http://www.larepublica.pe/columnistas/jaque-perpetuo/sombras-en-el-agua-02-04-2012