Por Iván Montes Iturrizaga (2)
Recientemente se ha publicado un informe con el ranking de las universidades iberoamericanas (Scimago Institutions Ranking) sobre la base de su producción investigativa. Para ello, se tomaron datos cuantitativos de la producción científica presente en las revistas arbitradas de más alto impacto y en congresos de reconocido prestigio. En este marco, se analizaron a aquellas universidades iberoamericanas que al menos tuvieran una publicación de este tipo en el año 2008. En este caso, las instituciones participantes fueron estudiadas según su producción científica de 5 años consecutivos (del 2003 al 2008).
Es así, que en el concierto iberoamericano, fueron 607 universidades quienes al menos publicaron un artículo en una revista o congreso científico. En una mirada más específica tenemos que solo 28 países entraron en este estudio de corte comparativo.
Se aprecia así, en cuanto a la producción científica, que España (208,078), Brasil (178,765), Portugal (49,541), México (48,180), Argentina (32,076) y Chile (24,154) concentran aproximadamente el 90 % de las investigaciones publicadas en medios autorizados. Nuestro país, el Perú, se ubica en el puesto 12 con 1,825 publicaciones científicas. Esto quiere decir, y solo tomando en consideración a los países fronterizos, que Brasil tiene una producción 97 veces más que nosotros. Por su parte, Chile tiene 13 veces más artículos científicos publicados que el Perú. De otro lado, merecer resaltarse que Uruguay, teniendo 3 veces menos universidades que nuestro país tiene una producción mayor que asciende a 2,413. O también Jamaica, que pese a contar con 10 veces menos universidades, tiene una producción de 1,196. Esta tendencia se repite si comparamos al Perú con los países pequeños que cuentan con un puñado de estas instituciones de educación superior. En síntesis, algo no tan bueno ni auspicioso está aconteciendo en nuestro país con respecto a la investigación.
Ahora bien, si seguimos profundizando encontramos que solo 26 de las casi 100 universidades en el Perú han entrado en este estudio. Esto significa que cerca del 75 % de nuestras casas superiores de estudio no han publicado un solo artículo científico en el año 2008. Todo esto nos remite a una situación muy preocupante, pues si la investigación no viene ocupando un lugar central y protagónico en las universidades peruanas, podríamos suponer también: la desactualización de bibliotecas; la falta de visión académica; la confusión entre ciencia, tecnología e innovación; la carencia de incentivos sociales y monetarios para la investigación; y, el creciente paradigma de la “universidad como negocio” que se viene instalando en nuestro sistema. En otras palabras, contamos con universidades que en realidad funcionan como institutos de formación técnica y que no merecerían llevar el denominativo del más alto centro de estudios que la humanidad ha creado. Lo más paradójico de esto, es que muchas de las universidades, que investigan poco o nada, reciben millones de dólares por concepto del canon minero. Lamentablemente, estas instituciones optan por invertir en fierro y cemento en lugar de apostar por el cerebro, el talento y la formación de sus profesores.
Estamos pues ante un grave e histórico problema que nos remite a una crisis de liderazgos en nuestras universidades. Es triste admitirlo, pero en el Perú cualquiera, y sin exhibir algo de vivencia académica, puede llegar a ser rector, vicerrector, decano o director de investigación. Es más aún, se ganan elecciones en las asambleas universitarias y en los consejos de facultad gracias a verdaderas maniobras políticas y de inteligencia. Con un panorama así, donde muchas universidades vienen siendo gobernadas por personas que no comprenden acerca del mundo académico, no se avanzará en los próximos años. Aquí, el problema no es la falta de dinero, sino más bien, la carencia de liderazgos entendidos que puedan impulsar un desarrollo universitario acorde con su identidad histórica: un colectivo de profesores y alumnos que se congregan en torno a la búsqueda de la verdad. Penosamente, este legado viene siendo traicionado, y ahora distorsionado, con el simplista modelo de que lo académico se debe supeditar a lo administrativo, de que toda actividad debe de generar ganancia y de que la universidad puede ser tal siendo una mera fábrica de grados y títulos.
Felizmente, parte importante de las soluciones para institucionalizar y promover con seriedad la investigación están ya presentes en nuestro medio. Solo bastaría con mirar las experiencias de las cuatro mejores instituciones peruanas ubicadas en este ranking (Universidad Cayetano Heredia, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Nacional Agraria de la Molina) para encontrar que, a pesar de sus dificultades, están cosechando lo que en su momento costó mucho trabajo impulsar.
Sin embargo, para levantar cabeza en cuanto a la investigación (factor más explicativo de la calidad universitaria), tenemos que desprendernos de todos los males que aquejan a nuestras casas superiores de estudios y que se reflejan en los endebles liderazgos con que son gobernadas desde hace muchas décadas. Pues, de no enfrentarse el problema de raíz, de nada servirá incrementar el dinero gubernamental para la investigación ni las otras fuentes posibles de financiamiento. Quizá, una nueva reforma del sistema universitario, pero liderada por respetables académicos (y no por políticos), sea una de las tareas más urgentes en estos momentos.
(1) Publicado originalmente en la Revista Signo Educativo del Consorcio de Centros Educativos Católicos del Perú, Año XIX, N ° 190, Agosto de 2010.
(2) Psicólogo Educacional y Doctor en Ciencias de la Educación por la PUC de Chile. Profesor e Investigador Universitario.
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