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jueves, 20 de diciembre de 2012

El nido de la tempestad / Yuri Vásquez

Por Jorge Monteza
El nido de la tempestad (Arequipa, editorial Tribal 2012) es seguramente una de las novelas más ambiciosas e interesantes que se hayan escrito en Arequipa, tanto por la diversidad de recursos técnicos como por la dimensión histórica, política y sociológica que abarcan sus historias. Supe de esta novela hace dos años cuando estaba finalizándose los últimos capítulos, haciéndose las últimas correcciones. Fue, curiosamente, cuando asistí a la presentación del libro de otro narrador arequipeño (Juan Pablo Torres)en un pequeño bar de la avenida ejército. Llegué un poco temprano o la presentación empezó un poco tarde como más o menos es costumbre. El bar estaba casi lleno. Había sitios vacíos entre los grupos de asistentes en el que quizá conocía a alguien pero no a todos, así que acercarse resultaba un poco inoportuno, hacia otro lugar vi en una mesa un tipo solitario. Consideré que era mejor importunar a un solitario que a un grupo. Este era un señor de terno con toda la apariencia de oficinista. Después de sentarme le pregunto, como quien pregunta por el clima, ¿vino a la presentación del libro? (había personas que estaban ahí solo para tomarse un trago). Afablemente me responde que sí, y empezamos a conversar sobre anécdotas literarias.Pero yo estaba inquieto porque ese señor de apariencia de oficinista e inverosímilmente tan letrado, me parecía conocido. Como sospecharán, sí, se trataba del señor abogado y escritor Yuri Vásquez, nombre que yo había escuchado años atrás en las conversaciones literarias en la universidad, y daba la casualidad que recientemente había leído Cortometraje, su libro de cuentos, y recordaba que después de esta lectura había opinado en una conversación que Cortometraje era uno de los mejores libros sino el mejor libro de narrativa que  se había escrito en Arequipa; y claro, había visto su cara en la solapa de este libro. De sopetón corto aquello de lo hablábamos y le digo señor Yuri leí Cortometraje; le digo lo mucho que me gustó.Y con la serenidad de quien responde un saludo, me dice, ah, qué bueno. Le pregunto por su próxima publicación y me habla con cierta parsimonia de una gran novela que la empezó en los años ochenta, que ha retomado para terminarla y publicarla, se llama Subterráneos, me dice,pero duda porque también le gusta el título El nido de la tempestad. Así supe la historia, antes de leerla,de Mauro, “el cholo leído” y Marielena la dama letrada y bella. De la desgracia y ansiedad de Mauro, de estar casado con una mujer hermosa y a la que nunca podría tener, a la que no ha besado, ni siquiera acariciado; por esa soterrada y amarga historia que casi toda la novela se callan. La historia de Carola y “el criollo”, esta mulata mami de burdel y el delincuente cuya suerte en la vida parece radicar en el color blanco de su piel, su barba y “su porte de gente decente”; protagonizan una historia turbia pero no exenta de los escasos brillos del amor. También es sufrible y violenta la relación entreMarcial y Meche, de Olga y Antonio. Todas estas marcadas por diferencias raciales. Paralelamente, se desarrollan las historias de la actividad política de los estudiantes de la UNSA, su adhesión socialista, comunista; inteligentes debates entorno a los postulados de Mariátegui y Haya de la Torre. En los intersticios de  los discursos políticos hay, sin embargo, una búsqueda utópica, o infructuosa en todo caso, del origen de la violencia que dio lugar a la guerra política que vivimos en los ochentas. Las historias de las parejas y sobre todo de la aristocracia decadente arequipeña, en esa familia de “arequipeños de pura cepa”, “descendientes de las familias de los Caballeros de la Espuela dorada, fundadoras de la ciudad y con mucho orgullo, siempre fieles al rey” como gustaba rememorar doña Rosalía; estas historias son las que sugieren que en el origen de la violencia política se halla otra forma de violencia más bien solapada y cotidiana pero igualmente nefasta: el racismo. Las lecturas políticas y sociológicas de esta novela son múltiples pero coherentes.
Otro valor y gran aporte de esta novela es el manejo del lenguaje y la técnica en general que le dan dinamismo y fluidez a una novela de 459 páginas. Percibo en la narración de Yuri cierta influencia del cine, del cine clásico sobre todo. Los capítulos en su mayoría empiezan con una larga descripción,poseedores de una rica carga visual, como si se tratara de una cámara haciendo paneo. En otros capítulos, opta por el experimentalismo, con un discurso narrativo interrumpido constantemente por otra voz  que le habla en segunda persona, un discurso intermitente de frases, incluso de palabras entrecortadas, lo cual no es raro en la poesía vanguardista, pero sí lo es en la novela.
Atención especial creo que merece los monólogos de la india sirvienta que cuenta los relatos familiares que doña Rosalía solía contar para explicarse “cuándo se malogró todo”, “cuando vinieron los san martines y los bolívares al Perú” y después “cuando vinieron a Arequipa los punos y los cuscos”, sostendrá doña Rosalía como expresión de su decadencia. En este punto El nido de la tempestad es una novela que plantea también el problema de la identidad arequipeña, plantea la gran y noble pregunta:qué es ser arequipeño.
Todas estas historias han cobrado una gran fuerza e intensidad en mi lectura, en los últimos tres días, seguramente, cómo no, estimulado por el vago recuerdo,  de hace dos años,  cuando el Dr. Yuri me contaba estas historias en un pequeño bar, cuando yo me había sentado por fortuna y sin saberlo con uno de los mejores narradores de la literatura arequipeña.

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